Cisneros García Mariana
Como se ve
desde Las metamorfosis de Ovidio los
titanes, seres de gran fuerza y poderes sobrenaturales, el nacimiento de Helios
se atribuye a la unión de dos de ellos: Hiperión Y Peía. Helios aquel que
lastima la esencia del Drácula de Stoker y que en los clásicos grecolatinos
como la Ilíada y la Odisea es el gran abrasador así como la referencia de un
nuevo horizonte junto con Eos, la de los dedos rosados, para los pasajes del
valiente Ulises ha sido más que la luz que ilumina nuestro entorno o las
aventuras en la narrativa.
Desde que el
hombre observa los astros comienza a especular sobre su importancia en cuanto
al movimiento rotativo y de traslación del planeta. Ya Aristarco, el geógrafo
de la ciudad de Samos, había determinado su valor como astro y fue Nicolás
Copérnico quien confirmó la idea del observador griego, en el cual el Sol es un
cuerpo radiante que ocupa el centro de nuestro sistema denominado
heliocéntrico, pues el prefijo de Helios se deja ver como el alba misma. De tal
manera que podemos apreciar que las etimologías relativas a el señor Sol o al
güero (dicho así por vox populi).
A los
sujetos que se les ocurre jugar una cáscara
de lo que gusten, bajo el esplendor
luminoso al mediodía en adelante sin la hidratación requerida se arriesgan a
tener heliosis, es decir, una insolación. En la antigüedad, pues en la Odisea, Ulises conoció en el Hades al
tebano Tiresias para consultarlo sobre su regreso Ítaca, éste se distinguía por
no ver a Helios, pues ciego era. Más recordemos que Tebas, de donde es
originario el vidente Tiresias, junto con Menfis y la majestuosa cuidad del Sol
llamada Heliópolis fueron las ciudades más activas del antiguo Egipto.
Si de
observar su movimiento y algo más la ciencia moderna creó en los observatorios
para uso de los astrónomos es el helioscopio, aquel que mira al Sol.
Que decir de
los románticos, en razón de la falta de efectivo en los jardines, a ningún
costo, consiguen un sustituto de rosas para halagar a la flor más dulce,
allende humanidad: la mujer. Mas esta flor que se cultiva con frecuencia en
jardines, entre su especie, destaca la heliotropium
arborescens que se vuelve o gira para encontrar los rayos de Helios, de ahí
su nombre heliotropo.
Y aquella
aversión por los rayos solares se le denomina heliofobia, bien podría decirse
del conde Drácula y de su estirpe, los vampiros, cuando el brillante Helios
está a punto de aparecer en la escena los días calurosos.
Resta
mencionar que Helios madura acaso los frutos de un proceso bioquímico llamado
fotosíntesis no sea la buena para tu examen de Biología.
Referencias: Nieto Mesa, Fernando, “Raíces
griegas y latinas”, edit. Trillas, México, 2005.
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