lunes, 31 de octubre de 2011

La filosofía oriental


Chavarría Cruz Sagrario

La  filosofía, tal y como se entiende en la actualidad, se inició con las formulaciones cosmológicas de los físicos griegos presocráticos. Ésa es, al menos, la teoría que mayor consenso parece lograr entre los historiadores. Sin embargo, en esos siglos previos a la era cristiana, la filosofía griega no era la única voz que se ocupaba para reflexionar sobre las cuestiones relativas al problema del ser humano y el universo.
En los primeros textos irregulares chinos, que datan del siglo VII a.C., y en las fuentes de la Revelación hindú, iniciadas con bastante anticipación y culminadas en el siglo VII a.C., aparecían ya, en medio de formulaciones de inequívoco sabor mítico e incluso mágico, nociones y juicios de hondo calado metafísico, indicios que prefiguraban la riqueza conceptual a la que habían de llegar en su posterior desarrollo las grandes corrientes del pensamiento filosófico oriental.
El estudio del pensamiento indio constituye una empresa extremadamente dificultosa. Nada similar a un desarrollo histórico se aprecia en la intrincada selva de textos, sistemas, nociones e interpretaciones que constituyen el elusivo conjunto de la filosofía india. La idea misma de evolución acumulativa o decantamiento doctrinal es ajena a su realidad. Incluso los modernos pensadores indios han manifestado tradicionalmente su extrañeza ante la pretensión típicamente occidental de ensartar en una línea temporal los hitos decisivos, las inflexiones de su tradición filosófica y lo cierto es que no existen tales inflexiones.
La filosofía de la india es una declinación constante de los mismos modelos, un retorno cíclico e imperceptible sobre los principios incuestionables de una verdad única y eterna, ajena al tiempo y a la cual los pensadores indios, por miedo a empobrecerla con sus palabras, se han acercado siempre con cauta reverencia.
La filosofía india se articula en torno a la religión hinduista y, a partir de la contestataria irrupción del budismo, en el intenso diálogo entre ambos modelos. Los dos presentan rasgos comunes. En primer lugar, su naturaleza practica: pretenden la liberación del hombre, la superación del doloroso ciclo vital; son “ciencia de la salvación”. En segundo lugar, y consecuencia de lo anterior, su carácter mas místico que teórico.  Sin embargo, ello no debe significar ningún menosprecio por la reflexión.
Así pues, las filosofías indias ni persiguieron el conocimiento puramente específico más que como aditamento de su vocación humanista y, en el caso del hinduismo, como afianzamiento de los principios doctrinales frente al empuje de la tendencia adversa.

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