lunes, 31 de octubre de 2011

El séptimo arte y los modernos tiempos


Cisneros García Mariana

El teatro es un acto necesariamente social que logra su finalidad cuando establece un proceso entre el autor, el espectador y el (o los) artista(s).
                La historia del teatro parece indicar que el ser humano tiene necesidad de observarse a sí mismo en los dramas escenificados. Se origina en Grecia, en el siglo IX a. C., como un acto de carácter litúrgico (religioso).
                Esencialmente el teatro encuentra sus raíces en las fiestas dionisiacas, donde hombres y mujeres formaban coros, vestidos con pieles de cabra y apoyados en bastones adornados con hojas de parra y de hiedra, recordando la época adolescente de Dioniso; cantaban alabanzas al dios, quien en su adolescencia (desquiciado por la vengativa diosa Hera), vistiendo rústicamente como pastor, había vagado por los bosques, acompañado por sátiros.
                De estos coros, que cantaban con mucha energía, surge el coro trágico (de tragos, que quiere decir macho cabrío). Tiempo después, cuando los festivales de vendimia se generalizaron, un poeta y sacerdote casi legendario, llamado Tespis, introdujo un personaje que alternaba sus cantos con los del coro. Así se inició el diálogo; surgió el drama u “obrar del dios” para dar tema a la conversación de dicho personaje en el coro.
                Es así como al situarnos en los inicios del teatro, el cual ilustra a la sociedad con el devenir histórico; ante los ojos del tiempo y la esencia de la vida, surge el cine y en su conjunto una serie de cineastas portentosos como lo es Charles Chaplin, quien a diferencia de los antiguos griegos, no se vale del teatro sino del cine para construir una importante herramienta de expresión de la problemática social de su siglo; por consiguiente la obra artística de Chaplin no debe mirarse desde la funcionalidad humorística sino desde su intencionalidad política y trasfondo social.
La película de Chales Chaplin, Tiempos Modernos, se presenta como una obra llamada a despertar las conciencias cada vez más dormidas del presente. O al menos a hacernos recordar que tras la aplastante medianía de la vida hecha en serie, subyace el indudable milagro que representa el poder creador latente en cada individualidad.
Aplicando de alguna manera un concepto de economía un tanto diferente al que usualmente conocemos, se puede decir que la película tiene relación con los problemas sociales existentes después de la segunda guerra mundial, donde prevalecía ya, un mundo destruido por las consecuencias de un modelo económico devastador para la sociedad.
Charlot, a través de esta película trata de hacer una crítica al sistema económico posterior a la segunda guerra mundial, directamente a la sociedad industrial. Es cabal mencionar que en ese entonces era de suma importancia reconstruir el mundo después de las dos guerras más demoledoras para la sociedad en general, sobretodo en el ambiente económico, porque es entonces cuando comenzaron a utilizar al hombre laboralmente hasta convertirlo en un dispositivo más de las máquinas... Es allí cuando el ser humano no sólo tendrá que adaptarse a unas máquinas progresivamente más poderosas sino que ir decayendo y ser desechado gracias a los avances tecnológicos, quienes se hallaban agarrando vuelco en la sociedad y los cuales presentaban un auge impresionante.
La película constituye esencialmente a un retrato de las condiciones precarias de empleo que la clase obrera tuvo que soportar en la época de la gran depresión, condiciones promovidas, en la visión dada por la película, por la eficiencia de la industrialización y la producción en cadena.

Mirado desde un punto de vista subjetivo, Lionel Robbins, quien afirma que “la economía es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción de las necesidades humanas mediante bienes que siendo escasos tienen usos alternativos entre los cuales hay que optar”, es a lo que  quiere concluir Chaplin con su personaje, quien hace una fuerte crítica al entonces sistema capitalista que se concibe como una ley básica en donde se es tú o yo pero jamás tú y yo, menciona Karl Kraus.
                Y ahora viene la pregunta: ¿El cine es parte fundamental de lo que conforma la filosofía?.

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