Espinosa García
Ana Paola

Los enamorados consideran el amor como un sentimiento exaltado, que por
lo regular implica una incontrolable atracción hacia otra persona e incluye una
gran diversidad de emociones, además desencadena un comportamiento obsesivo
impulsivo. Este tipo de amor se encuentra en la imaginación popular, las
tragedias románticas y las novelas donde existe un común denominador “el amor
romántico”. Pero, ¿en realidad existe este tipo de amor,
más allá de la literatura y los mundos irreales?
Nadie ha podido definir con exactitud este concepto, ni los grandes
filósofos, poetas, músicos, escritores y críticos nos ofrecen una respuesta
exacta que pareciere muy simple y es
probable que lo que realmente sentimos tan sólo lo confundamos con algo llamado
pasión, es decir, el deseo incontrolable por una persona.
Considero que es una gran confusión con la pasión y el deseo carnal, ya
que, es común observar que las personas “enamoradas” piensen que el amor es
también un asunto de percepción y vista, que depende significativamente de la
personalidad en la atracción de la pareja, las expectativas y los efectos en la
apariencia física, durante el juicio de enamoramiento.
Este tipo de enamoramiento ocurre a partir de miradas, gestos,
expresiones y sonrisas entre personas del sexo opuesto o del mismo sexo; sin
embargo, las personas de la actualidad se han olvidado del amor romántico de
los cuentos y han basado este asunto en condiciones como las anteriores, que
hasta cierto punto llegan a ser frívolas y superficiales.
Hace no mucho leía un libro muy interesante de Erich Fromm que
posiblemente ya haya sido leído por muchos que en algún momento se vieron
atraídos por el tema del amor, en él se hablaba del amor como un arte
complicado y que requiere de muchos sacrificios para poder tener éxito. Fromm
marca que el amor como todo arte, debía dividirse en dos: la teoría y la
práctica. Sin embargo, parece que nunca tendremos la teoría suficiente para
comprender tan difícil y polémico tema así como jamás seremos expertos en él
sin la práctica necesaria, lo cual no nos garantiza la perfección.
Si lo tratamos ver desde un punto de vista más científico obtenemos que
los investigadores y científicos consideran que el amor implica un complejo
proceso psico-fisiológico, donde intervienen reacciones químicas causadas por
hormonas, neurotransmisores, mensajeros químicos y las feromonas, todas estas
sustancias causan efectos en el cerebro y el sistema tales como, el placer,
adrenalina, trastornos obsesivos, enrojecimiento en la piel, deseo sexual,
hiperactividad y regocijo; estos síntomas contribuyen a producir el entusiasmo
y un sistema de diversas emociones típicas del enamoramiento. Finalmente, esto
nos lleva de nuevo a lo que se mencionaba en un principio, al referirme a la
confusión de amor y pasión; pues, al parecer nuestro cerebro nos engaña con la
producción de dichas sustancias que nos causan sensaciones de bienestar,
satisfacción, comodidad y placer.
Y claro, no todos encuentran este tipo de sensación placentera, tal
pareciera que son contados los afortunados que tropiezan con ella; como si se
tratara de una cuestión de azar o mera coincidencia como dice en su momento
Teresa, de la Insoportable levedad del
ser.
Si tratáramos de analizar el mismo cuestionamiento desde un punto de
vista filosófico nos encontraríamos en el mismo meollo, ya que la filosofía que
tengamos de éste depende de mucho de la cultura en que nos desarrollemos. Además es una incógnita que
desde tiempos antiguos, los griegos ya habían tratado de responder; sin
embargo, siguen mencionando el “eros” (lo erótico) dentro del mismo concepto.
Posiblemente la noción platónica
del amor es la que a mi parecer llega a acercarse a un concepto más cierto,
donde indica que el amor es un deseo que busca su satisfacción y en esa
búsqueda imprime sus huellas existenciales dolorosas, concluyendo con su
“imperfección”.
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